¿SOSTENIBILIDAD O DECRECIMIENTO?

Desde hace ya algunos años el conjunto de agrupaciones situadas entorno al ecologismo convencional acuñaron dentro de su propaganda el rimbombante eslogan de “desarrollo sostenible”, que posteriormente a estado y está siendo empleado por los partidos políticos especialmente a la hora de concurrir ante las urnas.

Pero, ¿Qué es esto del desarrollo sostenible? ¿Es algo factible o simplemente pura propaganda? ¿Acaso es sostenible un crecimiento económico continuado en un planeta de recursos limitados?

Citando a Ernest García, profesor de sociología en la universidad de Valencia, en su libro El trampolín fáustico, nos respondería así a nuestras cuestiones: “el concepto de desarrollo sostenible es científicamente inconstruible, culturalmente desorientador y políticamente engañoso”

Y es que podemos observar como la etiqueta de la “sostenibilidad” se repite constantemente dentro del vocabulario de lo políticamente correcto.

De repente parece que todo es sostenible; cualquier cosa suena mejor si la apellidamos con ese palabro: consumo sostenible, urbanismo sostenible, turismo sostenible…

Podéis comprobarlo escribiendo la palabra “sostenible” en el buscador Google.

La propaganda del desarrollo sostenible se nos presenta como una maravillosa fórmula mágica a través de la cual podemos mantener el actual ritmo de vida sin apenas causar ningún daño al planeta.

Frente a toda esta palabrería nace la necesidad de propagar el concepto de Decrecimiento:

En la cultura actual la idea de crecimiento se presenta siempre unida y casi de manera exclusiva a parámetros económicos. Por ello nunca ningún partido político que concurra a unas elecciones con vocación de obtener cierta cota de poder presentará un programa en el que anuncie que pretende reducir, o ya solo paralizar, el crecimiento del Producto Interior Bruto; Tal afirmación le supondría de facto su muerte política.

Lo mismo ocurriría también con cualquier gobierno, máxime si los entendidos del sistema nos dicen que un país “sano” es aquel que incrementa su PIB al menos un 3% anual para mantener el bienestar y el trabajo.

Sin embargo no hace falta ser ningún estudioso economista para percatarse del suicidio ecológico que supone el continuar con el actual ritmo de crecimiento económico; o lo que es lo mismo: de consumismo desbocado y por ende de contaminación y explotación de recursos naturales.

Basta con darse cuenta de que vivimos en un planeta finito, y que a la marcha que llevamos mas pronto que tarde encontraremos esquilmadas gran parte de sus reservas, dándonos de bruces con una nueva realidad, seguramente no tan cómoda y agradable como la que ahora disfrutamos; al menos en cuanto a calidad ambiental y bienes materiales se refiere.

Así pues la idea de Decrecimiento surge como una necesidad imperiosa de la mano de distintos pensadores críticos con las sociedades industriales de consumo.

Aquí cabe destacar el reconocimiento unánime que se hace siempre a la hora de hablar sobre este tema al matemático y economista rumano Nicholas Georgescu-Roegen; después de que en 1971 publicara la obra The Entropy Law and the Economic Process en la cual estimaba que el modelo económico neo-clásico no tiene en cuenta el principio de degradación de la energía y la materia.

Georgescu-Roegen concluye afirmando claramente: “El crecimiento, la gran obsesión de los economistas capitalistas y marxistas, tiene que acabar”

Sin embargo el concepto de Decrecimiento no empieza a plasmarse y tomar cuerpo social hasta prácticamente llegados a mediados de los años 90, cuando en Francia, básicamente, diversos autores comienzan a perfilar y exponer sus fundamentos.

Entre ellos destaca el economista Serge Latouche, Presidente del Institut d’Etudes pour la Décroissance, el cual resume la propuesta de Decrecimiento en un programa conocido como el de “las ocho R”:

1- Revaluar (revisar nuestros valores: cooperación vs competencia, altruismo vs egoísmo, etc.)

2- “Recontextualizar” (modificar nuestras formas de conceptualizar la realidad, evidenciando la construcción social de la pobreza, de la escasez, etc.)

3- Reestructurar (adaptar las estructuras económicas y productivas al cambio de valores)

4- Relocalizar (sustentar la producción y el consumo esencialmente a escala local)

5- Redistribuir (el acceso a recursos naturales y las riquezas)

6- Reducir (limitar el consumo a la capacidad de carga de la biosfera)

7- Reutilizar (contra el consumismo, tender hacia bienes durables y a su reparación y conservación)

8- Reciclar (en todas nuestras actividades)

También en Francia la iniciativa “decrecentista” llega incluso a tomar forma política con la fundación del Partido por el Decrecimiento (PPLD) creado en 2006 por Cheynet, ex publicitario y fundador de la asociación Casseurs du pub.

Sin embargo, los conflictos con los militantes de su partido, tal como él mismo reconoce, le han supuesto un dificultoso obstáculo en la complicada tarea de avanzar políticamente: “Crear un partido político es muy difícil en ambientes bastante anárquicos”, suspira Cheynet, que no se lleva demasiado bien con todos los “partidarios del Decrecimiento”.

Y es que por tendencia general, dado el desinterés de la derecha política por los temas ecológicos, y a su vez el monopolio que por contra ejerce la izquierda sobre los mismos, tal como es conocido, muy a menudo los planteamientos ecologistas tienden a caer en el dogmatismo libertario e izquierdista, del cual derivan el grueso de militantes que en la actualidad conforman el área político-social de este movimiento.

Pero también, mas recientemente, Alain de Benoist, principal exponente de la Nouvelle Droite, toma contacto con las ideas decrecentistas dedicando un libro de manera exclusiva a la introducción a las mismas; Demain, la décroissance! Penser l´écologie jusqu’au bout; libro que ahora mismo acaba de aparecer traducido al castellano por Ediciones Identidad, suponiendo así un paso hacia adelante en la importación y difusión de las teorías del Decrecimiento en España.

La traducción de esta obra a la lengua hispana se suma a la del libro Objectif Decroissance, del Colectivo Revista Silence, traducido también al castellano y al catalán en 2006 por la editorial Leqtor.

Actualmente en nuestro país esta corriente aparece poco representada y únicamente existe como grupo organizado “La Entesa Pel Decreixement” en Catalunya, que en marzo de 2007 organizó las jornadas “Desfer el creixement, refer el món”.

Por lo demás tenemos que conformarnos con las críticas del autor comentado al inicio de este artículo, Ernest García, así como algunos artículos y comentarios que cada vez con más frecuencia van apareciendo en algunos blogs y foros de Internet.

Cabe mencionar también la labor de algunos activistas integrados en grupos como Ecologistas En Acción, al introducir algunas propagandas pro Decrecimiento sobretodo a través del empleo del lema “menos para vivir mejor”.

De esta manera esperamos a que las teorías del Decrecimiento calen en lo global del ecologismo militante, perfeccionando su técnica y su propaganda, y acabando de una vez por todas con la engañosa y repetitiva propaganda de la sostenibilidad.

Porque la sostenibilidad solo es posible con el Decrecimiento.

Jesús Calabuig
Secretario Asoc. Pensamiento y Acción Ecologista (PAE)
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